Texto: Luz Cecilia Andrade
Fotos: Cortesía de Victoria Valtierra
El paso del tiempo por la mente de la mayoría de la gente cobra facturas; los datos empiezan a borrarse y pierden nitidez. Sin embargo, existen personas que como enciclopedias andantes recuerdan fechas, horas y nombres de momentos históricos que no se escapan de sus memorias y mucho menos de una buena fotografía. Así es Victoria Valtierra, fotoperiodista mexicana cofundadora de la revista y agencia Cuartoscuro. A través de su cámara ha documentado por más de 30 años el quehacer social, político y la violencia de un México que no deja de contar historias y ella de retratarlas.
La casa de las fotos
A sus 49 años es una mujer fuerte y menuda, pero con más condición física que muchos fotógrafos jóvenes; carga con facilidad la gran mochila negra llena de equipo fotográfico que siempre lleva en su espalda. Sus cabellos son largos y castaños, su rostro moreno y ovalado. Sus ojos, pequeños y alegres, están enmarcados por unos lentes cuadrados, los mismos que resaltan el gran lunar negro que tiene sobre su ojo izquierdo.
Victoria es la penúltima hija de una gran familia de once hermanos y hermanas. Con una taza de chocolate caliente entre sus manos, recuerda los días de infancia en los que, junto a Rodolfo, el menor de todos, observó cómo sus hermanos mayores, Pedro y Eloy se involucraban profesionalmente en el fotoperiodismo, camino que más tarde ambos siguieron también.
—Pedro a través del ejemplo y del trabajo diario y la convivencia como familia nos tomaba fotos, siempre estaba tomando fotos, siempre había fotos ahí en la casa –comenta.
Fueron repetidas las ocasiones que llegó a visitar las redacciones para comunicarse con sus hermanos cuando salían de la ciudad o el país. Cuando estaban en casa Eloy siempre hacía síntesis de las notas de Jaime Avilés y mostraba las fotos de Pedro, mientras que Pedro contaba de primera mano sus coberturas “eran como historias fantásticas, como leer un libro”, dice con ojos alegres. Entre los recuerdos más nítidos sobre esas reuniones se encuentra el de aquella vez que Pedro mencionó con emoción que había ligado con Miss Aruba durante la cobertura de Miss Universo Acapulco para El Sol de México. “Nosotros no pensábamos en ese momento si serían verdad o no, pero sí había fotos de él con ella”, asegura entre risas.
Desde niña a Victoria le inculcaron el hábito de leer los periódicos diariamente y escuchar las noticias por la radio con su madre para argumentarlas y discutirlas durante las noches en familia. Estas discusiones marcaron un punto y aparte para ella pues había desarrollado especial interés en temas sociales y políticos en los que poco a poco se fue involucrando a través de la fotografía.
–Todas esas cosas nosotros las fuimos normalizando en nuestra casa: discutir, analizar y estudiar –cuenta.
Un espíritu adolescente de fotoperiodista
Victoria estudió hasta la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan de la UNAM, plantel donde también estudiaron sus hermanos Pedro, Lourdes y Eloy. Durante su formación académica aprendió a tomar fotografías y a revelarlas con su hermano Eloy y otros fotógrafos de manera empírica en las instalaciones de Cuartoscuro, complementando esos conocimientos con los talleres que impartía el ahora extinto Ateneo, espacio donde se impartían talleres de fotografía.
Tanto fue el interés que le mostró a sus hermanos por el quehacer fotoperiodístico que a sus escasos 17 años llegó a tener un papel muy importante dentro de la clasificación de archivos en Cuartoscuro y la atención a clientes. Diariamente salía de clases en CCH Naucalpan para llegar directamente a las oficinas, recibir las fotografías de las órdenes del día, llenar las hojas informativas correspondientes de cada una y mandarlas al aeropuerto para que llegaran a su destino, dado que en esos tiempos no existían los transmisores para enviar las fotos mucho más rápido.

Durante este periodo Victoria también hizo sus primeras coberturas. Asistía a conferencias de prensa, elecciones presidenciales, finales de futbol, entre otros eventos. La fotógrafa recuerda que en una ocasión mientras estaba en una cobertura, la encargada de prensa le dijo que esperaba la llegada del fotógrafo sin pensar que ella era la enviada de Cuartoscuro por ser tan joven y mujer. “Luego sí de repente me decían ‘¿tú vienes a hacer las fotos?’, pero me dijeron que venía un hombre”, a lo que yo contestaba “no, te dijeron que venía un fotógrafo y tú pensaste que era un hombre, me mandaron a mí”, narra negando con la cabeza y una sonrisa apretada.
A sus 22 años Victoria ya había viajado a diversos estados para cubrir elecciones, candidaturas y una de las notas rojas más fuertes que le tocó cubrir en su carrera: la masacre en Acteal, Chiapas, de 1997.
Joven, mujer y fotoperiodista
Victoria recuerda con especial cariño las elecciones en San Luis Potosí por tratarse de la primera cobertura que hizo sola fuera de la ciudad. “Sí iba medio nerviosa porque tenía la carga de mandar las fotos y hacer toda la cobertura. Casualmente allá conocí al periodista Alejandro Páez Varela, quien conocía a mi hermano Eloy”. Fue gracias a este encuentro y a que él reconoció su apellido que le ofreció hacer la cobertura del evento junto al fotógrafo que lo acompañaba para que no se sintiera sola.
En este evento puso en práctica muchos de los conocimientos que había adquirido hasta entonces, porque no se trataba sólo de retratar lo que ocurría, era necesario conocer quiénes eran los candidatos favoritos de los tres partidos principales (PRI, PAN, PRD) y qué es lo que quería el medio a las que las entregaría. Era necesario recorrer las casillas, escuchar si existió algún problema en alguna de las urnas, si hubo robo de cartillas, entre otras cosas. Para cuando terminaba su jornada diaria ya sabía cuál era la foto más relevante. “Después de esas elecciones más me gustaba salir a cualquier lado que me mandaran”, comenta con tono despreocupado.
Para 1997, con las fiestas decembrinas a la vuelta de la esquina, Victoria tenía pensado ingresar a la escuela Activa de Fotografía, pero su hermano Pedro le llamó preguntándole si quería ir a cubrir un evento: la matanza que tuvo lugar en el municipio de Chenalhó en la localidad de Acteal, Chiapas, por un grupo paramilitar el 22 de diciembre. Ella no lo pensó dos veces.
—No sé cómo, no sé en qué momento, pero agarré mis cosas y me fui. Mi mamá se quedó preocupada, era joven y además estaba la cuestión de que yo era la única mujer que andaba allá–asegura.
Rodeados de bloques de hielo apenas perceptibles, los cuerpos de mujeres, muchas de ellas embarazadas, niños y niñas en proceso de descomposición despedían olores difíciles de tolerar. Victoria llegó al lugar donde documentó los hechos los días 22 y 23 de diciembre para regresar el 24 a San Cristóbal, pasar la noche ahí y volver a la mañana siguiente al lugar. “Ese día todo mundo repartía sus regalos, todo el mundo celebraba la navidad y nosotros ahí…”, recuerda con los ojos pensativos posados sobre su chocolate caliente.

Entre el olor a muerto, el sentimiento de tristeza en el aire por parte de las personas que quedaron sin sus hijos y esposas, y la conmoción que personalmente sintió, no hubo forma de sentarse a recapacitar, preguntarse por qué pasó, por qué de esa forma y por qué en ese momento. “Sólo estás ahí viendo”, cuenta.
Pocas son las cosas que hacen a Victoria sentirse intimidada o con ganas de desbordar las lágrimas por sus ojos. “Es más fácil que llore con un libro de Gabriel García Márquez que con una cobertura”, explica, pero cuando sucede, cuando el hecho afecta profundamente su sensibilidad, recuerda por qué hace lo que hace.
—Hace un tiempo fui a una conferencia de madres buscadoras, la mayoría del Estado de México. Ahí encontré a una señora a la que le habían desaparecido a su hija desde hace unos seis meses, le dejo tres niños. Yo ya había hecho mis fotos y todo, y la señora estaba platicando: “Yo no puedo ser buena madre porque tengo que salir a buscar a mi hija…” ¿Y sabes qué otra cosa dijo la señora?, dijo que el niño le comentó “mamá, cuando yo crezca, ¿sabes qué voy a hacer?, voy a ser policía para ir a buscar a mi mamá”. Te lo juro, se me salieron las lágrimas –recuerda.
Pese a que vivió coberturas pesadas y dolorosas, también tuvo la fortuna de experimentar momentos llenos de adrenalina como en aquella ocasión en la que subió por primera vez al helicóptero Condor mucho antes de que tuviera puertas. Los policías en ese entonces tenían que ir amarrados a los costados con cuerdas de mecate amarillo para no caer al vacío cuando la aeronave viraba o daba vuelta. “Yo fui de las primeras, si no es que hasta la primera en subirme”, asevera.

Retos, obstáculos y adversidades
Las primeras coberturas forjaron el carácter de Victoria en los años venideros. Entre los momentos más incómodos se encuentran los que ciertos fotógrafos o reporteros propiciaban después de cuestionar su trabajo por su temprana edad o por el simple hecho de ser mujer. A pesar de esto, ella nunca cedió y así como había compañeros que la cuestionaban también tuvo la fortuna de conocer a personas que la defendían a ella y a sus compañeras cuando era necesario meter el cuerpo y “rifarse el físico”.
–Éramos aguerridas, corríamos, unas nos salvamos, otras no. Hay una chica de El Sol de México que cuando Zedillo tomó posesión acá en el centro, a ella le pasó el caballo, le pisó el pie y se lastimó el tobillo, estuvo como medio año o más fuera de circulación. Las demás que andábamos ahí no sé si era la adrenalina o que estábamos jóvenes que no nos interesaba mucho el rollo de sufrir un accidente.
Otro reto personal se relaciona directamente con la documentación de nota roja y política, trabajo pensado por mucho tiempo sólo para hombres. Para ella siempre fue sencillo realizar coberturas de este tipo porque no suele tener miedo o angustia en momentos de riesgo. Sea un incendio, una balacera en Tepito, retratar a secuestradores o sicarios, Victoria es capaz de mantener la calma y hacer su trabajo siempre procurando respeto para todas las personas que documenta.


De las cosas que más rememora y Victoria recuerda como una tarea complicada, divertida y un gran símbolo de camaradería y acompañamiento entre fotógrafos, era el trabajo de revelado después de una cobertura. Antes, revelar las fotografías representaba una tarea complicada si no se tenías las condiciones adecuadas para hacerlo, sin embargo, ella junto con los fotógrafos en activo durante las coberturas fuera de la capital se coordinaban para crear laboratorios improvisados dentro de las habitaciones en las que se hospedaban para luego mandar las fotos (en blanco y negro y transparencia) por avión a sus respectivos medios o agencias. Con la llegada de los transmisores el modus operandi cambió y optimizó los tiempos de envío.
–Había momentos en los que tenías que dormir en un cuarto con todos tus compañeros porque las habitaciones se prestaban para revelado. Fueron muchas las ocasiones en las que había una mujer o había dos en un espacio lleno de hombres.

La foto es más que miles de likes, el hecho es más que quienes fotografían
Yo siempre he considerado que nosotros somos el medio, los ojos del que informa, por eso somos fotoperiodistas, porque a través de nuestras fotos, de nuestras imágenes, estamos contando qué está pasando.
Actualmente las redes sociales juegan un papel importante en la recepción de información e imágenes. La inmediatez permite que la noticia se conozca casi de manera inmediata a través de fotos y videos. Al respecto, Victoria muestra preocupación por la facilidad con que las fotografías circulan sin un trabajo de edición detallado como sucedía años atrás en las redacciones, cuando el editor o editora revisaba tu trabajo y decidía qué fotos eran las importantes y cuáles no.
Ahora la fotografía se desvirtúa y pierde su valor como información, opina Victoria, entre los miles de likes que puedes tener en tus redes sociales como fotógrafo o fotógrafa sin hacer un “verdadero trabajo periodístico”, publicable en medios que den difusión al acontecimiento que estás documentando para la posteridad. “Yo veía que antes había más competencia sana y fraternidad, ahora todo mundo dice ‘soy yo nada más, yo tengo 20 mil likes en mi fotografía y tú tienes uno’. Ahora los fotógrafos y fotógrafas más jóvenes parece que sobreviven por los likes del momento mientras su foto siga vigente, no por la foto como tal”.
Victoria no cuenta con redes sociales más que su Twitter, el cual para ella es más que suficiente para mantenerse informada y al día. Además, mantiene una postura en contra de que personas fotógrafas o reporteras sean protagonistas en una cobertura, ya que la gente a la que se le toma las fotos es el verdadero centro de atención. Para ella, definir esa línea y no pasarla es necesario para saber en dónde están parados quienes informan a la ciudadanía.
El paso de los años
Tras 30 años de trabajo, Victoria explica que su vida actualmente es más tranquila pero no necesariamente menos dinámica. Fue durante el periodo en el que decidió ser madre que también bajó el ritmo de su vida como fotógrafa para cuidar de sí misma y de sus hijos porque quisiera o no, ser madre la limitó muchísimo.
Los viajes terminaron hace mucho porque ese tiempo había que invertirlo en las firmas de boletas, recoger a sus hijos, darles atención, alimentarlos y procurar su bienestar. “Ser madre cambia completamente tu modo de ver la vida y las situaciones”, explica. Para ella la jornada laboral no acaba llegando a casa. Así como muchas otras mujeres realiza el quehacer diario, prepara comida, procura que sus hijos hayan hecho la tarea y, después de eso, en ocasiones se sienta a ver la televisión.
–Finalmente de eso se trata la vida, de que vas creciendo, vas cambiando y te vas adecuando también a las cosas que te van pasando –comenta tranquila.
El fallecimiento de los padres de los hermanos Valtierra en 2017 y 2018 (el padre y la madre respectivamente) representó un duro golpe familiar. Sus padres fueron pilares importantes que a lo largo de su juventud le enseñaron a aferrarse a lo que quería pese a creer que el fotoperiodismo era una profesión peligrosa. Gracias a eso y a su tenacidad para aprender de sus hermanos y otros fotógrafos y fotógrafas es que Victoria es quien es actualmente.
Su legado llegará hasta donde ella lo decida, recaerá en sus fotografías, en sus creencias firmes respecto al fotoperiodismo, en los saberes que transmite a sus compañeras y compañeros cuando se acercan a platicar con ella sobre sus experiencias y, sobre todo, recaerá en el hecho de que es una de las fotógrafas más jóvenes de su tiempo y ahora es una de las veteranas más representativas de la fotografía mexicana contemporánea.
Sus fotografías las puedes encontrar en el apartado de archivo fotográfico del portal de cuartoscuro. com
