Texto: Cecilia Andrade y Mónica Cruz
Fotos: Movimiento Maricas Bolivia y Red LB Bol
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Sexual, la lucha por el derecho a vivir una orientación sexual y de género digna, no solo atraviesa fronteras y territorios, si no también razas, etnias y culturas. En esta fecha se hace pertinente voltear a ver otras formas de resistencia que, además de protestar contra la heteronorma, realizan una crítica al sistema patriarcal y colonialista que impera en la sociedad. Tal es el caso de algunos colectivos homosexuales en Bolivia.
Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales Bolivia
Silene Salazar Huarita comenzó su activismo en el colectivo Trans, Lésbico, Gay y Bisexual de Bolivia (TLGB), pero en el 2008, al percatarse de que en éste se tenían en cuenta principalmente las demandas de los hombres gays y muy pocas vocerías de mujeres lesbianas, decidió formar, con otras compañeras la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales Bolivia (Red LB Bol), de la que actualmente funge como coordinadora nacional.
Silene, quien ahora se adscribe como una mujer lesbiana, quechua, feminista y antiespecista, es también activista desde hace 15 años. Es boliviana. Su familia emigró desde el municipio de Challapata hacia la ciudad de El Alto. Ella es originaria de este último lugar, ahí creció y vivió gran parte de su vida, hasta que emigró a Santa Cruz en 1997.
“La verdad es que sí sentí el rechazo en el movimiento TLGB porque en todo espacio de hombres siempre va haber un rechazo a que una mujer tome una vocería, pero para mí [la Red LB Bol] siempre fue reunirme con otras mujeres lesbianas, reflexionar, ver las vidas que ellas y yo teníamos, poder crear un espacio donde las mujeres lesbianas y bisexuales pudieran reunirse, pudieran estar”.
En ese tiempo Silene no se definía como mujer indígena, sino simplemente como mujer lesbiana. Era algo que internamente siempre había rechazado, “yo no era quechua en ese entonces y era como que ‘mejor que hables inglés a que hables quechua»’, comenta que le decía su familia.
Fue en el activismo con sus “compañeres” del movimiento TLGB y la Red LB Bol, que comenzó a dar cuenta de esta realidad: “Aquí es como un tipo de insulto decir ‘colla’ a las personas que vienen del altiplano por ser de tez morena, entonces yo era como la ‘colla’ que de pronto apareció activando, trabajando con les compañeres”. Tras años de trabajar con la teoría feminista, Silene comenzó a cuestionarse asumiendo el choque que tendría con los espacios LGBT.

“¿Por qué te identificas con ellos?, ¿por qué quieres que te discriminen?, si en este movimiento LGBT de Bolivia hay mucho racismo”
Silene Salazar
El golpe de Estado de octubre de 2019 en Bolivia, fue un factor importante que avivó aún más los cuestionamientos al movimiento TLGB: fue una época de mucha polarización social, comenta Silene, en donde un sector de la población apoyaba el gobierno de Evo Morales y el otro lo rechazaba. Debido a que gran parte de las personas que estaban a favor de Morales se adscribían como población india, el racismo y los discursos de odio, no tardaron en ser algo recurrente. Ante esto, el movimiento LGBT, no dijo mucho.
“Cuando pasó el golpe de Estado, el movimiento LGBT no dijo nada, era como silencio total pese a que hubo dos masacres tanto en Sacaba como en Senkata, es más, ellos se pusieron del otro lado, ‘mátelos, mátenlos a todos, qué nos importa’ y nosotros empezamos a hacer un cuestionamiento: claro, si eres gay pero tienes el privilegio de vivir en un lugar acomodado, pues no te va importar lo que está pasando en un conflicto político-social muy grave en tu país”.
Fue tras este cuestionamiento a la búsqueda de derechos civiles (como el matrimonio LGBT y la ley de identidad de género), que Silene y sus compañeras se dieron cuenta de que el movimiento no hacía una reflexión política del contexto tan diferente que vive Bolivia en comparación con otros países.
Según el Censo Nacional de 2012, el 41% de la población boliviana mayor de 15 años era de origen indígena, sin embargo, las proyecciones del 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE), señalan que ese porcentaje pudo haberse incrementado en un 48%.
Al estar consciente de que se aspiraba a ese norte global, y de que, por lo tanto, no era un lugar seguro debido a la falta de apertura para discutir aquellos temas que atravesaban su vida diaria como mujeres, en 2019 la Red LB Bolivia decidió deslindarse del movimiento TLGB y articularse como una colectiva feminista independiente.
Desde hace dos años, la Red LB Bol ha conformado “Batucadas Feministas”, que son grupos de mujeres que utilizan a la música como medio para transmitir un mensaje acompañando las movilizaciones. En el 2020 comenzaron a explorar la corriente lesbofeminista y ahora es el piso teórico sobre el que se basa su activismo; trabajan desde la existencia lesbiana y bisexual, desde la rebeldía que implica ser una mujer india que ama a otra mujer.
Organizan encuentros para hablar sobre los diferentes feminismos y crean lazos con diferentes colectivos como los movimientos indígenas, esto para poder resistir a la ola fundamentalista anti-derechos y al golpe de Estado desde una postura siempre anti-colonialista:
“Nosotras estuvimos en las marchas, estuvimos en Senkata recolectando dinero para las víctimas del golpe, en Sacaba nos solidarizamos con las cholitas [mujeres indígenas del altiplano] que fueron violentadas por grupos paramilitares. También nos hemos ido articulando con Batucadas ahí. O sea, estamos presentes donde tengamos que resistir y de ellas nunca hemos sentido, rechazo o discriminación, porque es realmente de resistir aquellas violencias que nos están atravesando a todas”.

El año pasado, en la reflexión conjunta respecto al 28 de junio, la Red junto con otras mujeres lesbianas y bisexuales se cuestionaron qué significaba la celebración del Pride para ellas. Llegaron a la conclusión de que ese festejo no concordaba con lo que habían vivido, con su realidad. ¿Por qué tendrían que heredar una lucha colonialista, un día que no las representa? “El Pride, en inglés. Nada que ver”, pronuncia Silene.
El que en esa fecha comenzaran a movilizarse en un bloque específico para mujeres lesbianas y bisexuales, fue muy significativo. Su visibilización hizo que pasaran de ser 15 a ser 200; ese bloque se convirtió en uno de los más grandes en las marchas del orgullo LGBT en el departamento de Santa Cruz. Silene recuerda que iban difundiendo información de su colectiva a pie para que otras mujeres lesbianas supieran que no estaban solas.
Sin embargo, este año en el contexto virtual que ha dejado la pandemia por covid-19, ellas decidieron no participar en el Pride que se celebrará en línea. Más bien se han estado articulando para una marcha política independiente que no ha sido financiada por el gobierno municipal, como sucede con otras manifestaciones del orgullo LGBT.
“No hay nada de protesta si te estás alineando a una institución y esta institución no hace un cuestionamiento de los derechos. Estuvimos ahí hace un año, pero más por molestar, por tomar su tarima y decirles ‘la alcaldía no está haciendo esto, no está haciendo lo otro’. Además en Santa Cruz, se piden los permisos para hacer un desfile y se le paga a los policías para que estén ahí, cuando los de la violencia policiaca sobre el cuerpo de las mujeres son ellos. Entonces, ¿por qué vamos a estar aliadas a los policías de alguna manera?”.
Silene tiene muy claro que la colectividad es el eje principal del movimiento, por eso, a pesar de ser la coordinadora nacional, no pretende autonombrarse como vocera principal, sino como una integrante de un esfuerzo en conjunto que implica posicionarse desde la vida personal, pero articularse desde lo colectivo, como ella lo expresa.
La Red LB Bol, sigue trabajando en contra de un mundo patriarcal, heteronormativo y colonialista, y continúa en su disposión de conformar espacios seguros para las mujeres indígenas que aman a otras mujeres. “Que la resistencia siga”, cierra Silene.
Movimiento Maricas Bolivia

El movimiento Maricas Bolivia es una organización conformada por “maricas”, “maricones”, “maracos”, indígenas que resignifica estos insultos para nombrarse: “Nosotras nos apropiamos de ese insulto, hacemos una resemantización de la palabra para nominarnos políticamente, o sea, nosotras construir un lugar de enunciación política a través de esta palabra”, comenta Edgar Soliz Guzmán, indígena quechua militante de esta organización por 10 años en la Ciudad de La Paz, Bolivia.
Sin embargo, él y el grupo de personas que integran Maricas Bolivia tuvieron que pasar por un proceso complejo para llegar hasta donde están. Entre 2009 y 2010, Edgar llegó a la Ciudad de la Paz buscando algo: estudiar literatura y encontrar la oportunidad para encontrarse como persona homosexual, lejos de su ciudad natal Oruro, donde vivía cierta violencia psicológica por parte de su familia.
Con la esperanza de encontrar formas distintas de abordar la diversidad sexual, la nueva urbe prometía otras aristas y discusiones, sin embargo, Edgar comenta que se sintió desencajado al darse cuenta de que en grupos LGBT de la Ciudad de Oruro, como de la Paz, había prácticas racistas, machistas y clasistas que en muchas ocasiones invisibilizan otras agendas, como los nacionalismos dentro de la comunidad gay: “no se me hacía un lugar para poder integrarme, para poder trabajar con ellos, ellas», comenta.
Un acontecimiento importante que marcó un punto y aparte en la discusión LGBT en Bolivia en aquel entonces, fue la aprobación de la Constitución Política del Estado el 7 d e febrero de 2009 la cual constituyó al país como un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional que reconoce la diversidad cultural y las 36 naciones o pueblos indígenas originarios. “A partir de ese trabajo en la Asamblea Constituyente hay como que otro momento, porque ya la carta Magna del país reconocía las diversidades sexuales y de género, y sancionaba esas formas de discriminación”, asevera Edgar.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos para tener ciertas discusiones sobre la mesa, las prácticas racistas en la sociedad boliviana seguían atravesando a la comunidad LGBT, que no quedó fuera de reproducir discriminación sistemática, como la racial. En palabras de Edgar, el sujeto de deseo homosexual proviene del primer mundo y es reproducido en países latinoamericanos.
Así, el “gay ideal” tiene que ser blanco, joven, feliz, delgado, exitoso, masculino, y demás características que no representan a las homosexualidad racializada con perfiles étnicos visibles, a los cuerpos imperfectos o de edad avanzada. “En ese espacio no había cabida para nosotras, las indias: color marrón, racializadas, con perfiles étnicos”

En un país como Bolivia donde el 60% de la población se reconoce como perteneciente a alguna nación india o campesina, la representación del hombre homosexual está alejada de la realidad de la mayoría de los bolivianos. Además, la mirada urbana de la lucha, que no ha atravesado las fronteras del área rural, refuerza los discursos raciales y de clase insertos en la sociedad.
Es así como desde la trinchera de Maricas Bolivia existe un cuestionamiento a la palabra maricas, maricón, mariposón, que son palabras que la gente homofóbica usa para desplazar, violentar, señalar y nombrar a las sexualidades no hegemónicas, para resemantizarla y con ello hacer una reinterpretación donde no solo basta nombrarse, también se necesita de autocrítica, cosa que no todas, todes todos están dispuestos a hacer.
En este sentido, Edgar comparte con Silene que el golpe de Estado y los grupos racistas que yacen en Bolivia también afectaron el movimiento LGBT a tal grado que este actualmente está en un ambiente polarizado. “Hay una fracción de este movimiento que se a manifestado en contra de los ‘masistas’, palabra que usaron para señalar a los simpatizantes del movimiento al socialismo. Que califiquen de ‘ordas masistas’ u ‘ordas salvajes’ deshumaniza la condición de individuo, de humano de esos sujetos racializados, con perfiles étnicos, indios e indígenas».
Además de las problemáticas políticas del país, las grandes marcas y redes sociales como Facebook en fechas como la del Día Internacional de la Diversidad Sexual, presentan pautas para dar la impresión de inclusión y apoyo a lo LGBT, vendiendo productos con los colores de la bandera.
En palabras de Edgar, lo gay va de la mano con la lógica del capitalismo y tiene que ver directamente con cómo se instala la postura homosexual del primer mundo en países tercermundistas. “Todo este mes nos vemos bombardeadas por todas las empresas que se pintan de colores, pero que el resto del año no pasa nada. No tienen políticas de trabajo inclusivas para la población LGBT”.
Para Maricas Bolivia, la discusión sigue y seguirá abierta en todo momento para aprender a partir del cuestionamiento. Es importante dejar en claro lo que plantean en su quehacer político para que otras puedan acercarse a su aporte discursivo. Por tal motivo, “Giwasa”, es lo que vienen construyendo en sus círculos de discusión y desde sus autodeterminaciones, la cual significa “nosotros, nosotras o nosotres”, es singular, es plural; representa a una pareja heterosexual, pero también a una homosexual.
“Hoy hay una fuerte negación de la existencia de población LGBT en comunidades indígenas rurales, campesinas en Bolivia, sobre todo en el área andina que es donde hemos hecho el trabajo. Esa negación de la existencia genera violencia”, asevera Edgar.
Es necesario para ellas construir lazos y redes que inviten a tener otras discusiones dentro del movimiento y permitan ampliar el espectro discursivo incluso con otras luchas, como la feminista, que al final del día, buscan desaparecer estructuras de poder que oprimen, discriminan y excluyen a otras realidades.
