Texto: Yareth Arciniega Villa
Foto: Especial
Hubo una vez algo que acabó con la vida de muchos, mientras a otros los confinó por largo tiempo en sus aposentos, los obligó a dejar su cotidianidad atrás. Diario morían miles más y no quedaba otra opción que esperar, esperar que un día el virus se debilitara, que algo se lo llevara de repente y no volver a saber de él nunca más.
Ni los pequeños ni los grandes podían salir con seguridad porque “eso” estaba al acecho. La única opción fue el encierro, cada quien con su cada cual. Esta acción llevó a la introspección, a la apreciación y al cuestionamiento de la vida misma. Después de que atacara a todo el mundo, nada volvió a ser igual. Vivir con medidas extremas empezó a ser normal. Nadie sabe qué es, por qué hace lo que hace o cuándo se irá.
El virus lastima y daña todo, inhabilita, e invariablemente reduce a cenizas, se aferra al sistema, resiste y se vuelve necio. Evoluciona constantemente y aún nadie lo conoce a profundidad. Se sabe que no le duele la otredad, los decesos, la hambruna o la desigualdad, que deja a su paso daños irreversibles, que se ha llevado a grandes, pequeños e inocentes sin más. No le cuesta matar.
Hoy se ha descubierto la cura y la naturaleza ha decidido vacunarse. Pues hubo una vez que este virus llamado “humanos” se adhirió a ella, comenzó a enfermarla; una enfermedad progresiva que la consume desde lo más profundo, le ocasiona altas temperaturas, a veces ya no la deja respirar.
Este virus no sabe coexistir con nada más, infunde miedo, desesperación e incertidumbre. Encontró en el sufrimiento de sus víctimas entretenimiento, placer y una fuente de vida. La naturaleza está harta de este virus, pues ya no la deja respirar, quiere acabar con ellos —los humanos— porque son pequeñitos, frágiles y destructivos. Si ellos desaparecieran llegaría la paz, habría cielos azules, aguas cristalinas; el confinamiento y la amenaza llegaría a su fin. Lo demás volvería a funcionar.
¿Y a ti quién te dijo que esto es una pandemia y no la vacuna?
Voces de Quimeras 