Texto: Aranza Bustamante
Fotos: Aranza Bustamante y Cortesía de PJ Romer
Doce diez de la tarde de un domingo de diciembre de 2020. Paula Jessica Romero, mejor conocida como PJ Romer, se encuentra a la espera. Está nerviosa, pues no acostumbra hacer entrevistas. Pero pronto, la artista de 34 años de edad se deja ir y durante esa tarde comparte lo que ha sido para ella desempeñarse como mujer, feminista, y artista textil y del collage.
Nos encontramos en Atea al centro de la Ciudad de México. Se trata del estudio en donde ocurre toda la magia de las vulvas y del collage porno-religioso (creaciones predilectas de PJ Romer). Los grandes ventanales dejan pasar los destellos de luz. Es un espacio ancho y está fraccionado debido a que lo comparte con otros artistas. La parte de Jessica está repleta de telas e hilos de todos los colores: rosa, negro, vino, blanco, amarillo, verde. Hay una gran mesa de tono azul en cuyo soporte se encuentra una máquina de coser; aquella que la acompaña en sus locuras creativas.
El nombre de PJ Romer surgió por casualidad. Hace algunos años hubo una confusión respecto a llamarle Jessica o Paula. Las personas no sabían que se trataba de la misma persona. El humor que tanto la caracteriza la llevó a pensar en que la siguiente forma de autonombrarse tenía que ser pegajosa y caricaturezca: PJ era perfecto. Romer surgiría un tiempo después gracias a un graffiti que vio en la Ciudad de Guadalajara. De ser una manera en la que sus amigos y amigas la nombraban, pasó a ser el seudónimo con el que identificarían su trabajo.

Para Jessica, el hecho de que el lugar en el que ha realizado gran parte de sus creaciones se llame Atea no es casualidad. Está muy relacionado con su forma de pensar. Desde hace varios años ella no cree en un Dios. Cuestionar la religión y darse cuenta de los tabús que generan la han llevado a asumirse de esta manera. En Atea se siente muy cómoda de compartir con artistas “re punks” y undergrounds como ella. Todo esto nos lo cuenta mientras nos dirigimos a uno de sus lugares favoritos: la azotea del lugar.
Afuera el cielo se torna claro y vibrante mientras el “Señor Gatito” aparece en escena. Es el gato que durante 14 años ha acompañado a PJ Romer en su travesía. Pequeño, delgado, negro y un tanto polvoriento, está atento a nuestra presencia y se restriega con todo lo que tiene a su alcance. Ella suele llevarlo a Atea porque asegura que en casa se aburre, sobre todo ahora que no han salido tanto debido a la pandemia.
Ni de aquí ni de allá
A Paula siempre le ha gustado experimentar. Lo que estudia lo hace conforme lo va necesitando. Música, teatro, clown, pilates y diseño de modas son algunas de las disciplinas que se ha atrevido a probar, pero su favorita es esta última. El manejo de las telas y todo lo que tiene que ver con ellas es una de sus grandes pasiones.
Durante un tiempo intentó estudiar formalmente la carrera de diseño de modas, pero no pudo terminarla debido a que el costo del material era muy alto y ella sola sustentaba sus gastos. Pronto se dio cuenta de que lo suyo no era una educación convencional y se inscribió en talleres y cursos en el CECATI de Guadalajara, los cuales terminaron dándole herramientas suficientes para emprender sus propios proyectos.
Una vez dominados los textiles y, ante la rigidez que estaba presente en sus clases en las que sólo hacían prendas convencionales bajo una metodología muy estricta, decidió iniciar su propio taller junto a una amiga; ambas aplicaron todo lo aprendido en un proyecto que consistía en vender ropa que elaboraban con retazos. Durante este tiempo las artes se convirtieron en un interés secundario que cada día cobraba más fuerza. PJ comenzó a tomar clases de canto, comedia y teatro, disciplinas que luego aplicaría en creaciones futuras con las que se daría a conocer internacionalmente.
Su formación, así como los lugares en los que ha crecido han sido variados. Nacida en Ciudad Juárez, creció gran parte de su infancia en Chihuahua. Durante su adolescencia vivió en Guadalajara y apenas hace tres años decidió venir a vivir a la Ciudad de México. Aquí, en este inmenso lugar, disfruta compartiendo su trabajo y cuidando de su pequeña familia: su novia, el “Señor Gatito” y sus plantas.
Vulvas por todos lados
La fracción que conforma el taller de Jessica está llena de vulvas hechas con telas. Las hay de todos los colores, texturas y tamaños: rosas, verdes, brillantes, opacas, doradas, rojas, pequeñas, grandes, peludas, y algunas incluso poseen accesorios que podrían relacionarse con la religión. La Vulva Madre, como ella la llama, está compuesta por una tela brillosa y verde similar a la capa de la Virgen de Guadalupe, pero en lugar de rostro tiene un clítoris al centro. ¿Qué es lo que ha llevado a Paula Jessica a crearla y por qué tiene esos elementos?
Vulvart es el nombre de este proyecto que conformó desde hace tres años. Su objetivo es visibilizar la vulva, nombrarla sin tabús, apropiarse de ella, habitarla, reconocerla, sentirla y quitarle toda la carga negativa que generalmente se le atribuye.
“Por muchos años nos han enseñado que la genitalia es sólo la vagina y ya estudiando nos damos cuenta que queda muy limitado decirle vagina […]. Es una una parte importantísima de la vida, pero también está la vulva que es la parte externa, superficial y muy placentera de nombrarla, de sentirla, de hacerla”.
Poco a poco se fue haciendo consciente de que su proyecto forma parte de un movimiento mundial que las mujeres han ido conformando debido a su necesidad de mostrarle a las personas con vulva la importancia de tener consciencia plena de su cuerpo para que se apropien de él y de su sexualidad. Al principio PJ sentía un tanto descabellado el hecho de materializar sus ideas a través de sus creaciones, pero fue dándose cuenta de que no es la única, al contrario, existe un “ejército de Vulvarts”.
Las vulvas invadieron sus pensamientos a la par que el feminismo entró cada vez más en su vida. Se fue haciendo consciente de lo increíbles que eran las mujeres que la rodeaban y se planteó que de ahora en adelante todo lo que haría sería enfocado hacia ellas: “Me pegó durísimo el feminismo y cuando comencé a estudiarlo más en serio fue un tremendo shock de decir, ¿qué estoy haciendo yo para las mujeres? Hacía cosas de sororidad y siempre estaba ahí para las demás, pero no era muy consciente de mi feminismo”.

Otro de sus mayores detonantes fue que durante ese tiempo se enamoró de su mejor amiga. El amor hacia las mujeres y hacia la vulva llegó a revolucionar todo pensamiento y creación de Jessica. Por eso, cuando en Guadalajara fue invitada a participar en un taller en el que como actividad tenía que realizar su propia vulva con algunos materiales, no pudo sacar de su mente cómo ella podría reinterpretar el ejercicio.
Lo que siguió fue una etapa ardua de cuestionamientos hacia sí misma e investigación; le interesaba descubrir cómo podría trasladar la imagen de la vulva a las telas. Vulvart está sustentado en horas de búsqueda de información y de mirar su propio cuerpo para entender aún más la genitalia femenina. Se dio cuenta de la falta de educación que tanto ella como sus amigas tenían, además de los tabús que rodeaban el tema. Haber sido instructora de pilates en el pasado le ayudó a entender aún más la anatomía.
Luego aplicó todos sus conocimientos a las vulvas: “Comencé a hacerlas con mucho cariño sintiendo en mis manos los textiles y el placer de crear, de ver un resultado que se asemejara a la naturaleza, ya sea de la anatomía o de los materiales con los que las hago. Empezó a dar resultados todo lo que había estado estudiando y ahora esto funcionaba para todas, ya no sólo para mí y mi imaginación”.

Reconoce que su trabajo es como un pequeño recordatorio para las mujeres que hace énfasis en la importancia de que se apropien de ellas mismas, de su cuerpo, de su sexualidad, de su placer y su salud, pero representándolo en una vulva. Esto le ha dado oportunidad de crear lazos con otras artistas y mujeres que han recibido con fascinación el proyecto.
A pesar de que las piezas suelen ser elaboradas en su mayoría con telas debido a la gran experiencia de Jessica para manejarlas, ha habido ocasiones en las que en el camino se encuentra “chingaderas” (como ella las llama) e intenta incluirlas. Ella se deja ir en sus procesos de creación. Cuando una idea le entra en la cabeza es muy difícil que salga. Todo lo que se pueda coser es bienvenido, sin embargo, su preferencia por los textiles también es por la corporalidad y experiencias sensoriales que generan.
Fantasías placenteras y la creación del universo
El taller en el que PJ Romer realiza sus locuras creativas tiene en sus paredes collages que saltan mucho a la vista al estar compuestos por imágenes de la Virgen María, de Jesús, de los ángeles, penes, vulvas, senos y mucha piel; se trata de las creaciones a las que ella llama collages porno-religiosos. ¿Cuál es el objetivo de estas piezas? Fantasear y cuestionar de una manera abstracta las prácticas religiosas que durante siglos han mantenido presos los deseos y cuerpos de las personas.
“Tiene que ver con un mundo con deseos muy abstractos. Son ganas de colocar a estos monumentos, estandartes y figuras de forma descontextualizada y llevarlos a una fantasía […]. A mí me interesa que las personas, en especial las mujeres, se libren un poco de todos los temas tabús establecidos por la religión desde tiempos medievales”.
Para ella es muy tentador lo simbólico que puede llegar a ser el lenguaje, por eso trata de aplicarlo en cada collage. La figura que más la hace reflexionar por lo que significa para la sociedad es la Virgen María. Darse cuenta de que su popularidad se debe a su virginidad la ha llevado a cuestionar esta idea a través de sus creaciones, las cuales exploran el tema de la sexualidad.

Pero sus collages no sólo le limitan a la vulva, en ellos también hay presencia de penes. Estos en especial cuestionan la manera en que la religión se ha encargado de contar la creación del universo. En esas narraciones se omite el placer y aunque PJ acepta que están bien escritas, no está conforme.
“Imagínate lo que hubiera sido tener un orgasmo del todopoderoso, del mismísimo Dios creador del universo, ha de ver sido una cosa maravillosa, pero esa parte no está. Es muy interesante ese relato (el de la religión), pero había que expresar la fantasía de verlos distinto. En todas esas frases como la de ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ no podía evitar ver una connotación física, muy carnal y sexual”.
Ver la figura de Jesús siempre tan cerca de sus discípulos la llevó a pensar en el amor entre hombres y la necesidad de representarlo: “Me parecía una historia muy chida de amor. Me imaginaba a ‘Yisus’ haciendo sus actos de amor con sus compañeros, con José, con Judas, con Pedro, con Juan, con todos. Son fantasías para verles y cuestionarlos”.

El collage porno-religioso no ha sido muy bien recibido. Algunas personas lo han tachado de “satánico” e irrespetuoso, ya que les descoloca ver esos simbolismos juntos. La respuesta del público no sorprende a la artista, quien con cada collage asegura tener la intención de provocar algo, aunque sea mínimo.
PJ Romer se ha encargado de fusionar sus dos proyectos en uno solo. La adoración del falo es algo que le aburre y molesta porque considera que deja de lado a todo aquello que se salga de la norma. Sus ganas de descontextualizar la llevaron a elaborar piezas en las que la vulva es representada en colores dorados y rojos para comenzar a verla como un símbolo de vida que debe respetarse y cuidarse. Su taller es un completo altar a la vulva en donde los tabús no tienen cabida.
Puchis Show y la cuarentena
En la cuarentena Jessica no ha hecho más que disfrutar el tiempo creando, leyendo y aprendiendo. Una de sus actividades favoritas es collagear, jugar con las imágenes y los símbolos como mero entretenimiento y ejercicio de reflexión. Comparte lo afortunada que se siente al poder dedicar su vida al arte porque esa es su columna vertebral, lo que la mantiene viva, y aunque a ratos la fuerte necesidad de plasmar sus ideas le abruma, cuando lo logra es “orgásmico y catártico”.
Durante estos meses de pandemia también se ha dedicado a trabajar en Puchis Queen, una obra de clown underground. La pieza que la conforma está compuesta por una gran cortina y pone en el centro de atención a dos vulvarts que cobran vida al introducir las piernas a través de dos huecos a cada lado, para así crear figuras en movimiento: performances, danza, poesía, teatro, etcétera.

Su intención con esto es que por medio de la comedia y del arte se “reseteen” las mentes, y se normalice y respete la vulva. Este tiempo le ha servido para escribir la obra, afinar la pieza, y entrenar la mente y el cuerpo. “No hay nada más aburrido que un clown entrenando solo. A veces me pregunto, ¿funcionará esto que estoy diciendo o sólo a mí me da risa? Me la paso en casa divirtiéndome en mi cosmos y en el mundo que he creado para mí”, menciona con esa sonrisa y humor divertido que la caracteriza.
La tarde ha ido cayendo y el sol se ha disipado. Ya son más de las dos y Jessica, con rostro pensativo, concluye resaltando la importancia de la risa para el arte y para entender al mundo. Ella se ha propuesto que de ahora en adelante todo lo que haga, sueñe y piense será con el espíritu de soltarse cada vez más a la comedia, de dejar de tomarse todo tan en serio —tal y como ha demostrado en cada una de sus creaciones—. “Pienso que si mis mensajes van a estar así de excéntricos, pues que se vuelva excéntrica la risa y vamos a reírnos o intentarlo al menos”, concluye.