La Mano Santa: la esencia de Juchitán plasmada en ropa y accesorios

Texto: Carolina Argueta

Fotos: Cortesía de Stephanie Chirinos 

“El objetivo de ‘La Mano Santa’ es ofrecer a los y las jóvenes, ropa y accesorios costeables que proyecten a una mujer zapoteca moderna (…) veo a las mujeres en el mercado vestidas con sus trajes típicos y con un celular en la mano. Somos una cultura que persiste de la mano del cambio de la modernidad» – Stephanie Chirinos.

Stephanie Chirinos no sabía cómo era vivir en Juchitán de Zaragoza a pesar de que es originaria de ahí, pero en cuanto llegó para establecerse como artista y madre, se sintió más orgullosa que nunca de sus raíces juchitecas y de las mujeres trabajadoras y poderosas que la rodean.

Tiene 27 años, es artista, pintora, emprendedora y madre. Ella desde su primer embarazo —hace siete años—, ha buscado su camino como artista y como mujer. Hace apenas cuatro años creó su negocio y marca “La Mano Santa”, en el que le da vida a su arte creando playeras, libretas, bolsas y distintos artículos plasmando sus propios diseños que están inspirados en las mujeres y la cultura zapoteca. 

Desde pequeña migró a otras ciudades de la República como Ciudad de México, Oaxaca y Monterrey. A pesar de que le ha gustado conocer a personas de otras ciudades, se enamoró de Juchitán y decidió quedarse en el territorio que la vió nacer.

Sus inicios como artista

La historia de Stephanie es diferente a la de muchas y muchos artistas plásticos. Ella no comenzó a dibujar ni a pintar desde pequeña, más bien, sentía un profundo interés por la música; le gustaba la música sesentera y setentera que sus padres escuchaban: “Lo más fuerte que me ha pasado es conocer la música, yo quería ser periodista para abordarla desde esa perspectiva”, comenta. 

Por otro lado, cuando estudiaba en la preparatoria, Stephanie tenía un blog de streetwear con una amiga y de ahí nació su interés por los temas de moda y arte. Después de estudiar la preparatoria, sus padres la presionaron para que estudiara una carrera más tradicional, ya que su familia está conformada por licenciados y doctores. 

Ella decidió tomar un año sabático para probar distintas carreras. Durante ese momento, Stephanie comenzó a comprar materiales y empezó a pintar; visitaba blogs de ilustradores e ilustradoras y leía sobre arte, lo que la inspiró y le hizo tomar la decisión de ya no soltar el pincel. 

Cuando terminó ese período y les mostró a sus padres lo que estaba haciendo, aceptaron que estudiara en la escuela de Bellas Artes de Oaxaca. Tras un año de estudios, Stephanie se salió de la institución, pues su sed de crear la atraía hacia otro camino diferente al académico: “Sentía que no aprendía lo que quería aprender; quería hacer muchas cosas y comerme al mundo”.

De ahí se fue a Ciudad de México a explorar y conocer a otras personas. Vivió en ese lugar dos años y hasta que se embarazó regresó a Juchitán, pues quería estar cerca de su familia y la del papá de su hijo. Esta situación fue un parteaguas para ella, ya que tenía muchos sueños y proyectos, pero le tocó ser madre primeriza y soltera. Aunque cayó en depresión, pintar y crear la llenó de paz. 

Los principios de “La Mano Santa” 

Su embarazo fue planeado, pero ella era muy joven y no tenía muchas expectativas sobre su futuro. Aunque convertirse en madre afectó sus decisiones para bien, ella decidió que no quería ser sólo madre, aunque implicara el doble de trabajo. 

De su situación personal nació la idea de darles visibilidad a las mujeres trabajadoras que además son madres. Cuando Stephanie regresó a Juchitán y se dio cuenta de que se seguían preservando ciertas tradiciones —aunque muchas de ellas iban de mano de la modernidad—, nacieron sus ganas por visibilizar la fuerza de las mujeres de su entorno. 

Cuando llegó a Juchitán después de haber vivido en ciudades grandes tenía una visión totalmente diferente de la cultura zapoteca a la que tiene ahora. Sin embargo, en la casa a la que llegó y en la que vive actualmente, se habla zapoteco y lo que se puede definir como “preservar las tradiciones”, en su casa es una rutina, una costumbre ancestral. 

“La Mano Santa” antes y después

Stephanie se dedicaba principalmente a pintar y vender obra y cuando se embarazó de su segundo hijo la invitaron Tuxtla Gutiérrez a pintar un mural llamado “Mujer de las Flores” —inspirado en la canción de la agrupación musical Valgur—. A muchas personas les encantó su trabajo y le sugirieron que hiciera playeras para venderlas; así nació su marca. 

Cuando inició el proyecto hace cuatro años, no era tan constante y subía pocas cosas en Instagram, pero hace dos años comenzó a expandir su negocio y a invertir. Actualmente tiene una tienda en línea en la que no sólo se envían productos a Oaxaca, sino también a otros estados y ciudades de la República Mexicana como Veracruz, Puebla, Monterrey y Ciudad de México. 

“En Juchitán ‘La mano santa’ ya es un referente. Localmente tenemos mucho alcance; la gente lo ha aceptado bien y es algo muy bonito”, afirma. Por otro lado, la mayoría de los pedidos que tiene de la tienda en línea son de otros lugares, lo que la impulsa, pues para ella es una forma de dar a conocer la cultura zapoteca. 

El dolor de que tu trabajo sea plagiado

El hecho de que la marca sea más reconocida ha implicado retos para ella, pues en más de una ocasión han querido plagiar su trabajo: “Siento que lo que más se ha plagiado es la justificación del proyecto, esto de empoderar a la mujer zapoteca o a las mujeres indígenas; hay muchas marcas y artistas que se han ido agarrando de eso”, comenta.

La mujer que quiso plagiar su obra trabajaba en el gobierno, hecho que llegó a intimidar a Stephanie. Sin embargo, decidió defender su trabajo a toda costa. Finalmente, cuando publicó su caso en redes, se enteró de que la mujer que quería plagiar su trabajo, no sólo lo había hecho con ella, sino con otros miembros del círculo de artistas de Oaxaca. 

Sobrellevar el hecho de ser artista, emprendedora y madre

Ha sido un camino complicado para ella, ya que además de los retos anteriores Stephanie tiene depresión, la cual le fue diagnosticada cuando tenía once años. “A veces me cuesta mucho, me pierdo uno o dos días cuando de plano la intensidad es mucha”, explica, pero considera que ha sido gratificante el reconocimiento que ha recibido como artista y como fundadora de «La Mano Santa».

Ella es quien se encarga de todo: pinta, crea, toma fotografías, atiende la tienda en línea, las redes sociales y además de mantener a flote su marca, es madre soltera. Aunque las cargas de trabajo son grandes, ella ha encontrado una gran paz en su creación artística.

Autor: Carolina Argueta

Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM en la opción terminal de Producción Audiovisual. Feminista, amante de la música, el cine y la fotografía. Busco generar a mi alrededor sensibilidad hacia el arte y su labor dentro del feminismo. Mi objetivo es conectar con historias de actualidad, con mujeres artistas, activistas de distintas áreas y temas de medio ambiente.

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