Texto: Yareth Arciniega Villa y Carolina Argueta
Fotos: Cortesía de Gepe M. Tapia
Arcadia es un negocio de venta de aretes que comenzó en marzo de 2019. Inició con una idea simple: trescientos pesos y muchas ganas de salir adelante. La mente detrás de este proyecto es María Guadalupe Miranda Tapia, mejor conocida como “Gepe”, una joven de 21 años de edad, originaria del Estado de México.
El negocio fue creciendo gracias a su alcance en redes sociales como Instagram y el apoyo de la comunidad estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (FCPyS), lugar en el que estudia “Gepe”.
La voz se corrió y la venta de aretes no quedó únicamente entre las y los miembros de esta facultad; así fue como en poco tiempo estudiantes de todas las facultades de la UNAM, así como personas de otros estados, ya se encontraban pendientes de la actualización del contenido en la cuenta de Instagram de este pequeño negocio.

Antes de Arcadia
“Gepe” relata que desde pequeña fue consciente del esfuerzo de sus padres por mantener un hogar con tres hijos; ella es la única mujer y la más pequeña. Comenzó a trabajar desde los catorce años en diferentes tiendas de ropa y autoservicio porque “buscaba no causar más necesidades de las que ya había”. Aunque tenía que esforzarse, su vida era tranquila.
Un mal día, “Gepe” tuvo que enfrentarse a la peor situación que ha vivido: el fallecimiento de su papá. Ella tenía diecisiete años y aunque fue un trago amargo, también fue punto de partida para convertirse en la mujer resiliente que ahora es.
Ella admira a su madre, quien se hizo cargo de todos los gastos de la casa cuando este suceso ocurrió. “Gepe” cuenta que “sus hermanos tienen su vida hecha”, por lo que su único apoyo económico además de su madre es uno de sus tíos, quien cada mes le da dinero para sus gastos.
La joven vive en Chimalhuacán, a dos horas de la facultad en la que estudia y el dinero que le da su tío le alcanza para pagar transporte, pero no da la posibilidad de ningún lujo, además, la cantidad cada vez es menos. Ella al respecto dice “al buen entendedor pocas palabras”, pues acepta que a él tampoco le alcanza el dinero.
La decisión que le cambió la vida
“Fue como por inercia; pensé en gastar el único dinero que me quedaba comprando aretes, para después venderlos y si no se vendían ya tendría yo aretes muy fabulosos”, explica “Gepe”, quien con trescientos que tenía en su cartera decidió comprar unos aretes en un negocio que se encontró caminando por la calle.
“No sabía ni que chingados era Arcadia, solo se me vino a la cabeza y pensé que era un nombre chido para un negocio de aretes”, comenta con emoción. El nombre surgió mientras Guadalupe observaba el paisaje urbano a través del cristal del Mexibus (sistema de transporte que va de la Ciudad al Estado de México), en el cual pasaba una buena parte de su tiempo antes de la pandemia.
Cuando investigó luego, descubrió que Arcadia es el nombre de un país imaginario que poetas y artistas pertenecientes al Romanticismo y al Renacimiento describieron como un lugar en el que habita la felicidad, la sencillez y la paz.
En su búsqueda por un mejor futuro para ella y su mamá, “Gepe” se despidió de su personalidad insegura y comenzó a enviarle mensajes a sus compañeros de la universidad, haciéndoles la particular oferta de “aretes baratos, como la carne de gato”.
La expansión de Arcadia en la FCPyS
Las ventas comenzaron de inmediato y la primera entrega consistió en unos aretes verde bandera que la compradora conserva hasta el día de hoy. Con esa misma venta surgió la idea de usar las redes sociales para atraer más clientes, en especial la de Instagram.
La idea se materializó y así nació de manera espontánea una dinámica entre los compradores. Ésta consiste en que, después de su compra, ellos suben fotos a sus historias luciendo sus aretes y especificando dónde pueden adquirirlos. “Gepe” jamás esperó que esto tuviera tanto impacto.
En una semana la cuenta ya tenía más de cien seguidores y posibles compradores, pero Guadalupe se dio cuenta de que querían más: “corrieron la voz porque había más personas que querían aretes. Tenía un chingo de diseños que enseñar y un chingo de ganas de vender y de hacer cosas, entonces no me podía quedar ahí”.
Ella asegura con orgullo que en 2019 Arcadia nació como uno de los primeros bazares con este modo de trabajo en la FCPyS de la UNAM y que, gracias a los compradores que mencionaron al bazar en sus historias, ahora su cuenta tiene más de 1800 seguidores en Instagram.
Gracias a todo esto “Gepe” tiene la posibilidad de apreciar el crecimiento desmesurado de su negocio. Ella describe que es común ver a chicos y chicas con accesorios del bazar, caminando por los pasillos de su facultad, tomando el metro y hasta gritando consignas en las marchas.
Es importante destacar que Arcadia no es únicamente para mujeres sino también para hombres: “voy con esa idea de que los morros se sientan cómodos de usar los accesorios que tengo disponibles”, asegura.
“Seguimos moviendo la economía a pesar del virus”
La organización que desde siempre ha manejado la joven consiste en horarios flexibles para cuidar que sus clientes no se atrasen en sus tareas del día a día, asimismo, marca una ruta con la que siempre busca llegar a lugares nuevos.
En el contexto de la emergencia sanitaria ahora busca aprovechar al máximo sus viajes. Recientemente optó por elegir un mismo día para surtir mercancía y hacer entregas, extremando siempre las medidas sanitarias. Después de haber tenido que parar por completo durante tres meses —que le han significado pérdidas económicas y el distanciamiento con sus compradores—, hoy está de vuelta:
“Aquí seguimos y no vamos a parar porque la economía se mueve hasta por debajo de la tierra; somos morras y seguimos moviendo la economía a pesar del virus y de todo”.
El tema de entrega en el metro es muy complejo, puesto que ha tenido que pasar por diferentes cosas y soportar un muchas otras que para las mujeres no son muy gratas: el acoso, sentirse insegura de viajar en el transporte o tan sólo salir de su casa: “desgraciadamente, aunque estemos en pleno 2020, el transporte y todo lo que pasa en la vida es un albur, un completo albur”.
¿Qué es Arcadia para Gepe?
Ella habla de Arcadia, como si fuera una persona y no un negocio, pues asegura, no es ella misma y tampoco le pertenece; es un cúmulo de personas, acciones y pura buena vibra. A pesar de que su negocio le ha costado días de no comer, así como horas sin dormir, es algo que disfruta mucho.
Arcadia ha significado también el surgimiento de otros bazares, a los cuales “Gepe” externa su reconocimiento y apoyo. Ella enfatiza que lo importante es hacer lo que más te apasione, sin tener miedo de hacer las cosas aunque no siempre salgan como quieres: “de la pena no vivimos y del miedo no se hace nada”.
La importancia y el impacto de tener su propio negocio
Del 2017 al 2019 ella se sintió muy sola, pues partió su papá y, a pesar de tener dos hermanos, ninguno se preocupaba por ella, según cuenta. “De las personas que menos esperaba recibir apoyo, lo recibí: de mis amigas”, recuerda con la voz quebrada.
Muchas cosas han cambiado en su vida a partir del nacimiento de Arcadia:
“En general, yo no soy la misma (…) yo no era ‘Gepe’ antes de Arcadia, pero cuando empecé con todo este proceso, tuve el valor para decir que no quería que me llamaran Guadalupe, que quería que me dijeran ‘Gepe’, y ahora la gente así me dice”.
Económicamente también ha sido un cambio importante para ella, pues al entrar a la universidad, le expresó en repetidas ocasiones a su madre, su deseo por ser como sus compañeros, quienes podían salir sin mayor preocupaciones, a divertirse los fines de semana, cuando ella debía preocuparse por otras situaciones y cubrir otros gastos que se acrecentaron con la partida de su papá.
Ahora, dice que gracias a Arcadia tiene la posibilidad de comprarse lo que necesita para su día a día, de salir con sus amigos e invitarles algo si así lo desea sin depender de alguien y sin pensarlo dos veces. Este proyecto logró quitarle muchas preocupaciones y le brindó la oportunidad de seguir estudiando y creciendo.