Texto: Carolina Argueta
Foto: Fernando Aceves
“Lo que más extraño de mi país es mi familia, el mar, los paisajes, la comida, mis amigos de la infancia. A veces siento que vivo dos vidas paralelas: la Romina de Italia y la Romina de México” – Romina Guardino.
Romina es originaria de Sicilia, Italia. Llegó a la Ciudad de México en 2008 para continuar la historia de amor que tenía con su expareja mexicana. Decidió quedarse porque aquí emprendió su carrera musical: comenzó a escribir sus primeras canciones y a formarse como artista. Aunque ella ama su vida en la ciudad, no ha sido nada fácil su estancia en estos tiempos de pandemia.
En Italia la cuarentena obligatoria inició desde el 8 de marzo. La familia de Romina le ha comentado que allá se ha resentido bastante la baja económica y el miedo de salir. Romina está acostumbrada a hacer videollamadas y a relacionarse con su familia de manera virtual, pero aun así, la incertidumbre, la melancolía y la lejanía se hacen presentes.
“Lo más difícil ha sido extrañar. Estar tan lejos y no saber cuando volverás a ver a tu familia. Depender de la economía para poder verlos y no poder estar físicamente en muchos eventos; en 2017 falleció mi abuelo y no pude estar. No estar presente ha sido lo más difícil”, recuerda Romina.
Desde que inició la cuarentena sus alumnos y alumnas de las clases de canto y de italiano que imparte, no han podido seguir las clases con ella de forma online debido a la situación económica, por ello, en esta cuarentena se ha dedicado a ahorrar y gastar únicamente en cosas básicas.
Aunque emocionalmente ha tenido momentos negativos y positivos, opina que es un momento para ser introspectivos e introspectivas. Durante la cuarentena se ha acercado al dibujo y a la meditación, lo cual a alimentado su creatividad: “No encuentro estímulos más que mí misma y esto me está empujando a encontrar cosas nuevas”, asegura Romina.
Su carrera musical
Romina canta desde pequeña. De adolescente comenzó sus estudios en el canto y decidió que quería dedicarse a la música. En 2006 a sus 21 años y motivada por su padre, emprendió un viaje desde Italia hasta Estados Unidos para estudiar en el «Musicians Institute» en Los Ángeles. Posteriormente, la relación afectiva que tenía en ese momento, la impulsó a iniciar una vida nueva en México.
Aunque sus padres siempre la motivaron a conocer más allá de Sicilia, a su papá fue a quien más le costó aceptar que ella viviría en México, y en algún punto, él se arrepintió de haberle dado tanta libertad. Sin embargo, con el paso de los años, su papá ha aprendido a decirle: “Si tú eres feliz, yo soy feliz”.
Por otra parte, su mamá siempre apoyó su carrera, pues ella también ama la música y vio en los sueños de Romina, sus propios sueños: “Aunque mi mamá es protectora, siempre ha apoyado mis decisiones”, afirma Romina.
Le costó acostumbrarse a la Ciudad porque viene de un pueblo pequeño, en donde hay mar y calma. Ella comenta que los primeros dos años se dedicó a observar el movimiento de la escena musical y en 2009 empezó a escribir sus canciones, lo cual fue un escape para acostumbrarse a su nueva vida en México.
Desde que escribe sus canciones, se ha inspirado en como percibe la vida, en la naturaleza y en lo que la rodea. Sin embargo, como artista, ha tenido altas, bajas e inseguridades, pero a pesar de estar lejos de casa, siempre encuentra calma en lo que ama hacer.
«Mi principal fortaleza es el amor a la música, sin embargo, han habido momentos en los que me pregunto para qué hago sacrificios o por qué me frustro tanto con mi carrera, pero mi respuesta siempre es: no puedo vivir sin la música», asegura.
Ella se define como una artista con gran versatilidad musical: pop, jazz, folk, rock, música clásica, entre otros, son los géneros que la han formado y en los que se inspira para componer. Recientemente lanzó su sencillo «Con Amor», una canción esperanzadora y positiva al ritmo del reggae y el pop.
En estos doce años que lleva viviendo en la ciudad, ha tenido muchas satisfacciones gracias a la música: ha tocado en muchos escenarios y se ha conectado con el público, ha conocido a muchas personas y ha evolucionado como persona y artista.
“Llegué a los 23 y ahora tengo 35, he cambiado y los momentos musicales más importantes mi vida han representado los momentos más felices aquí en la Ciudad de México”, afirma Romina.
Ella sigue haciendo música desde casa, continúa escribiendo nuevas canciones y hace conciertos virtuales por live streaming. Todo esto le ha dado la oportunidad de encontrar calma en medio de todo el contexto actual.